viernes, 2 de marzo de 2018

Surfeando sobre un Quebracho

     Estoy de viaje por el Sur, caminando solo, por lo que sería la costa de algún lugar de Río Negro o Chubut, cuando aparece mi ex con un tipo. Intercambiamos pocas palabras y se van. De un momento a otro el clima se torna violento, con fuertes vientos y una marea indomable. Me acerco a la orilla y comienzo a adentrarme al mar hasta que pierdo el dominio de mi caminar. El mar me quiere tragar y llevarme a los confines del océano. Cuando logro soltarme de él, se enoja y se se aleja ofendido augurando un inminente maremoto. Encuentro a mis pies un tronco de quebracho partido en dos. Levanto la parte más larga y empiezo a correr a encontrarme con la gran ola que viene furiosa, para poder barrenarla. Lo logro. Estoy en la cresta de la ola. Sobrepasamos la playa y nos adentramos a tierra. Llegamos a una ciudad y la ola empieza a perder fuerza, a decrecer. Veo una escuela y me bajo del quebracho, sin evitar que el mismo continúe su trayectoria e impacte en una puerta, atravesándola y terminando incrustado en una pared. Me acerco y veo a mi gato Décimo durmiendo a pocos metros. Comprendo que por poco podría haberlo matado. Inmediatamente después, escucho, o presiento, que alguien viene y me apuro a limpiar el desastre.
     Ahora yo dejo de "ser" y es una caricatura de un gordo picarón. El gordo saca afuera de la escuela, que ya no es escuela sino una tienda, un cadáver. Lo levanta y lo moldea para que aparente ser un maniquí. La escena empieza a deslizarse hacia a la izquierda y hay más tiendas, todas con el mismo gordo picarón. Ahora una persona entra a la tienda y deja de ser un dibujo animado. El gordo ahora es un amigo de mi hermano, que intenta venderle un producto a base de un 4% de frutillas, que el comprador claramente no quiere. Lo persigue y presiona a que lo compre, dando vueltas alrededor de una góndola, insistiendo que es lo mejor del mercado y que debe comprarlo. La cámara que todo lo ve ahora soy yo, es decir, en primera persona. Le digo al comprador que en otra tienda hay un producto mejor, y con más porcentaje de frutillas. El tipo se va y le digo al vendedor que de esa manera no va a lograr un buen negocio. Que acaba de perder un cliente, o mejor dicho, dos.

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