viernes, 27 de abril de 2018

Me lo dijo un profesor

"[...] entonces me hago un café, y me siento tranquilo a mirar asteriscos."

viernes, 20 de abril de 2018

El fin del principio.

     Un grupo de rebeldes se encuentra en el interior de lo que en otro siglo solía ser un silo. Están organizando su próximo movimiento.
     Yo supe ser el líder de aquel grupo, pero ahora sus órdenes las da una mujer. Tengo un mal presentimiento de lo próximo que va a suceder e intento hacerlos entrar en razón para que no hagan ninguna locura. No me hacen caso.
     Su primer paso es salir del silo y pelear contra esos que una vez llamamos "humanos trabajadores". Para lo cual, logran movilizar un viejo robot lo suficientemente grande, capaz de romper la puerta de entrada de su fuerte, y acabar rápidamente con la turba.
     El segundo paso es negociar. Si se puede llamar así a una apuesta.
   
     A sabiendas que yo me interpondría, me dejan inconsciente y me llevan a la frontera Noroeste, obligándome a bordear todo el campo minado, para volver a entrar por la puerta Sudeste. Tiempo que les llevaría a ellos llegar a los políticos y hacer la apuesta.
     Corro a una velocidad que me sorprende, y no paro por dos días. Aún así llego tarde. El pacto fue hecho. No puedo creer la arrogancia de esa mujer, arriesgando no sólo nuestras vidas, sino también la de las próximas generaciones: Va a destruir al Titán.

     Yo no quería ser parte de la masacre, por lo que me quedo en las afueras del silo.
     El Titán llega al día siguiente rodeado de otra turba iracunda. Los peones son los primeros en entrar al silo, para ser masacrados por el viejo robot.
     El Titán entra en segundo lugar y no tarda en obliterar al robot. Luego, en lo que parece ser una trampa para el verdugo, termina siendo la masacre que quería evitar, que no quería ver. Puedo ver la saliva, la sonrisa de satisfacción de aquel verdugo de esta nueva era, del Titán protector de los llamados "pueblos". No sólo mata a los rebeldes, se los come.
     En ese momento me ve, y veo ese destello en el ojo, ese momento en que él cree ser amo y señor de todos nosotros, ese momento en que deja de pensar. Sólo se vanagloria...
   
     Es ahí cuando ella planeó su muerte.
     Yo no fui más que la distracción que ella esperaba que fuera. Sabía que estaba en su contra. Que intentaría frenarlos. Es por eso que mi mente estaba limpia y el bicho sólo leyó poder en mi derrota mental.
     Fue la última masacre del verdugo, fue su última sonrisa también.
     El campo es nuestro ahora. Los tiempos cambiarán.

viernes, 13 de abril de 2018

Araña maldita

     Me encuentro en un aula esperando el resultado de un examen que pareciera ser de Literatura. El que está corrigiendo es quien creo recordar fue mi director cuando iba al primario. Momentos después está mostrándome el examen, pero no logro entender si me fue bien o mal y lo siguiente que recuerdo es que estoy en el camarote de un tren de fines del siglo XIX camino a mi finca.
     Cuando estoy llegando a mis territorios, presiono una palanca que encuentro a mis pies, la cual desconozco si hace desviar al tren en el siguiente cruce (el de mi finca), o si simplemente es una señal para que el conductor se desvíe, así como uno aprieta el botón del colectivo hoy en día para notificar al conductor que va a bajar en la siguiente parada.
     Como decía, el tren se desvía y se adentra en mis dominios (Parece que en otro siglo he sido alguien tan adinerado que hasta estación de tren propia tenía). Me bajo del tren y me dirijo a la cabaña donde se encontraban esperándome mis familiares y amigos, pero algo me hace cambiar de parecer y dirigirme a otra cabaña, que supongo mía.
     Estando a pocos metros de mi cabaña, me encuentro con una araña del tamaño de mi mano o incluso más grande, que está colgando del techo del porche, moviendo ágilmente sus largas patas mientras envuelve algo del tamaño de un ratón. Situación que me aterra, pero por algo que no termino de entender, ya que en sí las arañas no me dan para nada de miedo, excepto tal vez si tengo una encima mío estando distraído, pero nunca así en la distancia, ya que entiendo que más miedo me tiene ella, siendo nosotros los humanos seres mucho más grandes y peligrosos.
     Como sea, del terror salgo corriendo, y esa araña comprende rápidamente la situación y sube a toda velocidad su tela hasta llegar al techo, desde donde empieza a perseguirme.
     El miedo de esa incerteza, de ese algo que esa araña sabe y yo no, me puede más y me despierto.

viernes, 6 de abril de 2018

Reencuentro

     Una camioneta frena bruscamente sobre la polvorosa calle principal de algún pueblo abandonado por la civilización. Se bajan varios bandidos. Están buscan a una mujer y a un niño.
     En otro lugar, un vehículo amorfo pasa a toda velocidad. Está manejado por un robot, que a su vez recibe órdenes de lo que queda de un científico loco. La cabeza del mismo está soldada a la parte delantera de dicha extravagancia andante.
     Logran alcanzar a otro vehículo por el que se puede entrever a un niño en su parte trasera. El científico lo reconoce y ordena al robot que lo mate. El robot antes de hacerlo ve a la madre, la cual identifica y desiste hacerlo.
     Ahora el robot es un androide y está hablando con aquella mujer. Le dice que tiene exorbitantes cantidades de dinero, logradas trabajando para el científico, y que están guardadas en un banco al cual ningún humano tiene acceso. Le dice que quiere regalarle una parte del dinero, ya que él no tiene ningún otro propósito para darle. Que con ese dinero podría ir a algún lugar paradisíaco y olvidarse de todo.
     Estoy sobrevolando unas playas de aguas cristalinas. Debo estar en un helicóptero o algo similar porque el movimiento es lento, suave. Estando a una altura de al menos cincuenta metros, salto. Me zambullo en esas hermosas aguas. Al salir nuevamente a la superficie encuentro a mi mujer y nos abrazamos.