sábado, 30 de junio de 2018

El Toro

     Salgo al porche de mi casa con una taza de té en la mano. Mientras entretengo la mirada con el piso, un vecino pasa por la vereda mirándome con cara de "aestelefaltanalgunospatitosenlafila".
     Mi hermano mayor, junto con el "Toro salvaje de las pampas" alias Jerónimo, mi vecino (cuenta la leyenda del barrio que tan solo mostrando el puño, hizo que un ladrón, que portaba un arma, lo dejara en paz, cuando intentaba robarle su camión), están volviendo a casa. Vienen en mi camioneta que compré para que mis olvidados pesos no pierdan aún más valor. Habían ido a comprar algo, hacer un mandado, un trámite, no tengo la menor idea, pero sé que hay un salvavidas azul dentro de la camioneta y estoy esperando por él.
     Cuando llegan, y una vez dentro de la casa, los interrogo al respecto de mi salvavidas. Se miran y no entienden qué quiero. Me dan las llaves de la camioneta como respuesta. Les digo que no es lo que busco, que quiero mi salvavidas. Se vuelven a mirar. Parece que se pasan información con la mirada, agarran las llaves y vuelven a salir.
     Al rato están de nuevo en la casa. Nuevamente los interrogo. Nada. Me dan las llaves.
     Cansado, salgo afuera a buscarlo por mí mismo. No encuentro la camioneta.

sábado, 23 de junio de 2018

Cerebro electricista

     Escenario: Casa de mi madre/ Casa de padres de un amigo/ Mi casa.
     El piso de madera lo es todo, el lugar varía según los recuerdos/pensamientos.
     La madre de mi amigo pregunta quién había lustrado el piso. Lo miro y no lo veo lustrado. Se lo digo. Vuelvo a mirarlo. Ahora está lustrado.
     Confundido busco prender la luz de la habitación para asegurarme de no estar siendo engañado. El interruptor de la luz no hace nada. Pregunto si no está cortada la luz. Nadie sabe.
     Empiezo a buscar el disyuntor o la térmica de la casa. No lo encuentro por ningún lado.
     Un televisor portátil de otra época se enciende mostrando una pantalla a rayas y por arte de magia, se activa la luz del resto de la casa.
     Mi hermana menor se acuerda de todo. Me dice que mi madre tiene programada la energía de la casa para que se prenda con dicho televisor, el cual a su vez, funciona con una celda foto-sensible.
     En palabras cristianas: Sólo hay electricidad en la casa cuando no hay luz solar.

viernes, 15 de junio de 2018

La jefa del lugar

     Acabo de tener franco o algo similar, porque estoy con mi pareja y ambos estamos bastante alzados a la vez que frustrados por no encontrar un lugar donde calmar nuestras ansiedades. Llegamos a lo que sería un gimnasio vacío del ejército y nos encontramos con la mujer a cargo del lugar. La trato en un principio con sumo respeto, creo que porque es unos rangos por arriba del mío, pero ese buen trato no dura mucho debido a que no quiere consentir que usemos su gimnasio para tal fin.
     De un momento a otro, empiezo a tenerle ganas a ella también, y ella no parece querer salir corriendo del lugar. Está vestida con ropa tipo de gimnasia artística, toda de blanco excepto la parte de la cintura que tiene unas franjas rojas. Empiezo a perder un poco el control de mí mismo y termino diciéndole que su presencia no nos iba a inmutar y que quiera o no, íbamos a usar su gimnasio, e incluso que si se quedaba podía terminar siendo parte de la fiesta. Esto último la hizo sonrojar por completo, dejándola sin palabras.

viernes, 8 de junio de 2018

Cosas

     Intento hablar pero de mi boca sólo sale un zumbido. Soy un mosquito.
     Veo un partido de futbol y como de costumbre alguien se tira en el área para querer robar un penal. Nadie le cree. Ni su hinchada ni sus compañeros de equipo. El arquero contrario, que no es otro más que Homero Simpsons, lo levanta y saca a patadas del área mientras el público lo aplaude. El jugador se aleja corriendo.

viernes, 1 de junio de 2018

Niños eternos

     A mitad de la noche, por las calles de una ciudad tropical, estoy caminando hacia un Bar. Adentrándome al mismo, me encuentro con un grupete de gorditos acorralando una mesa con sus rechonchos cuerpos. Están hablando sobre la última película de Terry Gilliam sobre Don Quijote.
     Por una de las ventanas laterales de aquel extraño Bar puedo ver al mismo Gilliam bajo la luz de una farola, sentado en la vereda.
     El que atiende a los sujetos que no dejan en paz a la pobre mesa, dice ser amigo del director, y les pregunta si quieren colaborar con el plan para asesinar a Zapatero. Por toda respuesta me miran a mí, como si yo fuese el jefe. Me dicen que parezco Lord Fancis, pero con ropa de camboyano.
     Ahora es una mujer la que me está diciendo eso, y detrás de ella y a mi alrededor está la inmensidad del mar. Estoy, supongo, en alguna playa de Camboya.
     No termino de entender qué estoy haciendo ahí o quién es la mujer, cuando cae un niño del cielo, y luego otro, y luego otro. Los niños son recogidos por gente del lugar y por aquella mujer también, que ahora tiene uno en brazos.
     Mirando el cielo logro ver una especie de bolsa deshecha, grande como un globo aerostático. Como si hubieran llegado a las cercanías de la playa dentro de eso y caído a último momento.
     Ahora la gente reunida, debate qué hacer con ellos. La mujer decide quedarse con el que lleva en brazos y llevárselo a su casa. Mi hermano Nicolás le pide que lo deje acompañarla, pero ella no quiere y le cierra la puerta del salón (me olvidé de decir que ahora la playa era un salón) en la cara.
     Cuando mi hermano está viniendo hacia donde yo me encontraba, cabizbajo, escuchamos una hermosa melodía saliendo de otra habitación. Al abrir la puerta, los otros dos niños estaban tocando el piano.