domingo, 27 de marzo de 2011
Anacleta
lunes, 21 de marzo de 2011
domingo, 13 de marzo de 2011
Final
Morgan se quedó mirando sin entender nada.
- No te miento, yo no lo maté -continuaba diciendo aquél anciano- solo lo acompañé a la torre.
Morgan seguía sin entender. Dudaba. Pero todavía no calmaba el machete amenazador.
- Pero... Entonces... ¿Cómo es que cayó?
- Y bueno, esas personas... ¡No merece vivir!
- ¡¿Qué hiciste?!
- Yo solo... le ayudé a enfrentar su destino...
- ¡Entonces sí lo empujaste!
La mano de Morgan aferró más fuerte aún la empuñadura. Hilos de saliva le caían por las comisuras de los labios. Ya no era el gobernador de sus pensamientos.
- Yo no lo maté -repetió una vez más el octagenario- la gravedad lo hizo.
Y aquellas fueron las últimas palabras que logré escuchar de esa conversación. Lo que siguió supongo que lo pueden imaginar.
domingo, 6 de marzo de 2011
Tanzmusik
Estábamos los cuatro esperando en el BMW X6. Ellos esperaban mi señal y yo el último guiño de una moneda. La posé entre el índice y el pulgar, para quedarme mirándola unos segundos.
Era una de las plateadas de veinticinco. Esas que cuando tenés una nueva en la mano, te da pena usarla. Hice un poco de presión con el pulgar bajo el índice. Cedí, y voló.
Cual película moderna con efectos, ví la moneda detenerse en su punto más alto... y todo a su alrededor.
Ahí estaba puteándo en el juzgado. Los niños nerviosos, mirándome como a un desconocido. No pude hacer nada para quedármelos. La forra se los llevó. Así como la casa, las propiedades. Solo pude pelear por el auto, y la ropa que ahora llevaba puesta.
Ahí estaba mirando la empresa desde la vereda. Por la ventana del tercer piso me saludaba Carlos con lágrimas en los ojos.
Ahí estaba apostando lo último en el hipódromo. Luz verde tuvo un tropezón a veinte metros de la meta.
Ahí estaba de vuelta la moneda suspendida en el aire. Medio con cara de pelotudo, esperando que viniera otro flashback, no noté que ya continuaba su armonioso movimiento. Golpeó el volante, y con su último suspiro de vida se me escapó por la ventana.
Me asomé tórpemente para ver su último guiño y no estaba.
- ¡Me recago en la puta! ¡Vamos!