domingo, 27 de marzo de 2011

Anacleta

Anacleta se despierta por el gallito Perulio. Se levanta, prepara la chancleta, apunta, y le da de pleno en la nuca para así poder dormir otros diez minutos.
Pasados los diez minutos estira las patas, y con un fuerte empujón del pie izquierdo revolea por los aires las sábanas, el acolchado y vaya a saber uno cómo, las fundas de las almohadas.
Se levanta, agarra todo en un gran bollo y lo lleva al lavadero para su lavado diario. Si transpiraran como ella por las noches, comprenderán que no son agradables esas sábanas sin su aseo diario.
Bueno, como sea. La vieja Anacleta sale a la vereda y se encuentra con el envoltorio de un alfajor Guaymallen. Razón por la cual empieza a los gritos despertando a la mitad de las almas del lugar. Y digo la mitad, porque por más que haya un importante sismo. Alfredo y Pedro antes del mediodía no abren los ojos.
Es así como Benancio y Helga, no sin un poco de miedo, se acercan a la gorda que no paraba de balar.
- Pero, ¿A qué se debe tanto alboroto Ana?
- ¡Miá! ¡Fijae vo! - Le grita la gorda señalando al envoltorio plateado.
- ¿Qué pasa con eso? - Pregunta la Helga sin entender bien el balido.
- ¡Bujeía! ¡Bujeía! ¡Bujeía!
- ¿Brujería dice? Pero si somos nosotros nomás en este lugar, y yo con suerte sé usar el teléfono. ¡Mire si me voy a molestar en llamarlo a Don Diablo con estas chucherías! - Le responde Benancio y se vuelve al rancho.
- ¡Bujeía! ¡Bujeía! ¡Bujeía!
Helga, entendiendo que la colosa no iba a parar de balar con el papel plateado en la entrada de su casa, hace un poco de esfuerzo para levantarlo del piso y sin más, se lo come.
Anacleta se calla, pega media vuelta y se va tranquila a regar las plantas.
Esto pasa cuando algún turista despistado deja papeles tirados, así que tenga cuidado la próxima vez que no queremos que Helga se muera por intoxicación.

lunes, 21 de marzo de 2011

Hoy (Ayer) no hay historia

Porque mi hermana Virginia se recibió de Profesora.

¡Felicidades!

domingo, 13 de marzo de 2011

Final

Morgan se quedó mirando sin entender nada.

- No te miento, yo no lo maté -continuaba diciendo aquél anciano- solo lo acompañé a la torre.

Morgan seguía sin entender. Dudaba. Pero todavía no calmaba el machete amenazador.

- Pero... Entonces... ¿Cómo es que cayó?

- Y bueno, esas personas... ¡No merece vivir!

- ¡¿Qué hiciste?!

- Yo solo... le ayudé a enfrentar su destino...

- ¡Entonces sí lo empujaste!

La mano de Morgan aferró más fuerte aún la empuñadura. Hilos de saliva le caían por las comisuras de los labios. Ya no era el gobernador de sus pensamientos.

- Yo no lo maté -repetió una vez más el octagenario- la gravedad lo hizo.

Y aquellas fueron las últimas palabras que logré escuchar de esa conversación. Lo que siguió supongo que lo pueden imaginar.

domingo, 6 de marzo de 2011

Tanzmusik

Estábamos los cuatro esperando en el BMW X6. Ellos esperaban mi señal y yo el último guiño de una moneda. La posé entre el índice y el pulgar, para quedarme mirándola unos segundos.

Era una de las plateadas de veinticinco. Esas que cuando tenés una nueva en la mano, te da pena usarla. Hice un poco de presión con el pulgar bajo el índice. Cedí, y voló.

Cual película moderna con efectos, ví la moneda detenerse en su punto más alto... y todo a su alrededor.

Ahí estaba puteándo en el juzgado. Los niños nerviosos, mirándome como a un desconocido. No pude hacer nada para quedármelos. La forra se los llevó. Así como la casa, las propiedades. Solo pude pelear por el auto, y la ropa que ahora llevaba puesta.

Ahí estaba mirando la empresa desde la vereda. Por la ventana del tercer piso me saludaba Carlos con lágrimas en los ojos.

Ahí estaba apostando lo último en el hipódromo. Luz verde tuvo un tropezón a veinte metros de la meta.

Ahí estaba de vuelta la moneda suspendida en el aire. Medio con cara de pelotudo, esperando que viniera otro flashback, no noté que ya continuaba su armonioso movimiento. Golpeó el volante, y con su último suspiro de vida se me escapó por la ventana.

Me asomé tórpemente para ver su último guiño y no estaba.

- ¡Me recago en la puta! ¡Vamos!