domingo, 28 de abril de 2019

Mundo oscuro

     Veo una cabaña bastante añejada y mal cuidada. Hay alambres de púas a ambos lados de la misma, como dividiendo territorios. Estoy corriendo para poder entrar rápido en ella antes de ser visto por seres indeseables.
     Reminiscencias de unos tiempos menos oscuros me llegan al cerebro y lo inyectan de imágenes e información inconexa. Hay un obispo frente a un altar, de espaldas a donde comúnmente se ubica la audiencia. La Iglesia está a oscuras y no hay feligreses. Tiene entre sus manos una tela bendecida y se la está frotando en sus partes. La manta ahora está emanando una luz verdosa y muy brillante. "El comienzo de la infección" me llega en forma de susurro. "Ese es el padre de tu jefe".
     Aquella cabaña es mi lugar de trabajo y los alambres son para separarnos de la gente infectada. Mi jefe me comenta que por la mañana había visto a uno de los enfermos violar una niña. Sin que me termine de explicar los detalles estoy adentrándome en la zona peligrosa. Estoy dentro de lo que parece haber sido en otra vida la casa de mi abuelo. Hay restos de humanos bajo mantas cual indigentes. Al empezar a subir las escaleras de aquella casa para alcanzar el balcón, donde mi jefe me había señalado el suceso, caigo en la cuenta de mi completa locura. ¿A quién quiero salvar? ¿A un muerto?
     Ahora está mi jefe negociando con un inhumano. El muerto sabe la causa de la infección y promete callarla con la condición de que él se entregue a ellos. Luego de acceder, me da las llaves de la cabaña y se adentra en la oscuridad sin titubear.

domingo, 14 de abril de 2019

Más eclipses de basura

     Estoy en el límite de una ciudad que está situada en el medio de un desierto. Parado en una esquina, contemplando unos rascacielos a mi derecha, veo cómo se mimetizan con una columna de nubes completamente negra, escondiendo así su últimos pisos.
     Del otro lado de la calle que divide la nada de estas estructuras de hormigón creadas por los seres más inteligentes del planeta, hay una estación de servicio olvidada, con esas viejas bombas manuales y un cartel oxidado que reza "No hay Gas oil".
     La columna de nubes color petróleo parece cobrar vida. Empieza a moverse de manera orgásmica, de la manera en que uno, al estar sumergido en el mar, ve moverse la superficie del agua luego del paso de una lancha. Y así como empieza a cobrar vida, empieza a descender con explosiones internas.
     Los restos de una cubierta de auto caen al lado mío. Lo que parecía ser una nube, ahora es una conglomeración de restos de cubiertas, caucho, y desperdicios que uno suele encontrar en las gomerías. Dichos restos no parecen frágiles y mi corporeidad parece estar en peligro, por lo que decido correr hacia la tienda de la estación de servicio en busca de refugio.
     Estando ya dentro, veo cómo se forma un remolino de cubiertas a menos de veinte metros y mi sangre empieza a bombear adrenalina, mucha.
     Lo último que llego a entrever es un avión de caza sobrevolando la zona, a punto de volar por los aires el ya formado tornado, la vieja estación de servicio y mis restos terrenales.