domingo, 14 de abril de 2019

Más eclipses de basura

     Estoy en el límite de una ciudad que está situada en el medio de un desierto. Parado en una esquina, contemplando unos rascacielos a mi derecha, veo cómo se mimetizan con una columna de nubes completamente negra, escondiendo así su últimos pisos.
     Del otro lado de la calle que divide la nada de estas estructuras de hormigón creadas por los seres más inteligentes del planeta, hay una estación de servicio olvidada, con esas viejas bombas manuales y un cartel oxidado que reza "No hay Gas oil".
     La columna de nubes color petróleo parece cobrar vida. Empieza a moverse de manera orgásmica, de la manera en que uno, al estar sumergido en el mar, ve moverse la superficie del agua luego del paso de una lancha. Y así como empieza a cobrar vida, empieza a descender con explosiones internas.
     Los restos de una cubierta de auto caen al lado mío. Lo que parecía ser una nube, ahora es una conglomeración de restos de cubiertas, caucho, y desperdicios que uno suele encontrar en las gomerías. Dichos restos no parecen frágiles y mi corporeidad parece estar en peligro, por lo que decido correr hacia la tienda de la estación de servicio en busca de refugio.
     Estando ya dentro, veo cómo se forma un remolino de cubiertas a menos de veinte metros y mi sangre empieza a bombear adrenalina, mucha.
     Lo último que llego a entrever es un avión de caza sobrevolando la zona, a punto de volar por los aires el ya formado tornado, la vieja estación de servicio y mis restos terrenales.

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