viernes, 18 de mayo de 2018

En tierra de nadie

     En las afueras de Orán, en tierra de nadie debido a disputas religiosas, hay un puesto de gasolina.
     Unas motos se acercan al puesto. Lo sé porque soy yo quien mueve las motos y las acerca al puesto como si fuese un titiritero jugando sobre una maqueta de aquel terreno. Uno de los tipos mata al encargado de aquel puesto y huyen. En el escape se cruzan a un anciano que caminaba junto a un niño, al cual no ven. Disparan un tiro prácticamente sin frenar, y siguen huyendo porque ven de refilón que el anciano había caído. Yo sé que también hirieron al niño, que también cae, pero ellos no lo saben.
     Ahora esa persona que disparó soy yo, y un hermano pequeño me dice lo que en verdad sucedió. No puedo creerlo. También me dice que su familia viene a buscarme, que buscan venganza. Aquel culpable nuevamente vuelve a ser quien era en un principio. No sé quién es aquella persona, aunque creo que es un amigo, porque aparece su padre, que sí reconozco, con su hermano menor a rastras, para entregárselo a aquellos que buscan venganza, con la idea de que lo azoten. Es la única salida que encuentran ante tal atrocidad.
     Yo no quiero ver aquello y huyo caminando por las tierras desiertas.
     Cuando estoy llegando a Orán, me encuentro un hermano que viene a mi encuentro, como si hubiese sabido que yo estaba yendo a su ciudad. Trae una cantimplora que agradezco con un abrazo.

No hay comentarios.: