miércoles, 10 de junio de 2020

El colectivero opa, versión sueño

     Soy la mucama de algún ricachón. Me despiden sin razón aparente. Estoy volviendo a mi casa en bicicleta, cuando al cruzar una calle un colectivero me corta el paso innecesariamente ya que ni siquiera podía cruzar debido a la típica congestión de mediodía. Me guardo mi bronca y lo esquivo.
     Soy yo y estoy en lo de mi vecino de enfrente, mi amigo de la infancia. No nos importa la cuarentena. Vamos a festejar su cumpleaños igual. Nos subimos todos a un colectivo. El chofer parece estar con horario atrasado, porque no para de pisar el acelerador. A la bajada de un puente y con un colectivo a cada lado, el demente pisa a fondo el acelerador sin importarle que en nuestro carril había un camión detenido por un semáforo. Cuando ya estoy visualizando el accidente, terminamos zafando por pocos centímetros por un volantazo de último segundo.
     Estamos en la zona de fichines. Desconozco a cual queremos jugar, pero pongo una ficha igual. Cuando la veo entrar, veo que había otra trabada pero que con el golpe de la mía entran las dos juntas. En respuesta, ambas fichas son escupidas por la máquina. Veo una con el número seis y otra con el número diez. No sé cual usar. Los amigos de mi vecino se ríen de mí. Introduzco la del número seis. El juego comienza a funcionar pero mis controles no sirven para nada. Al fin y al cabo de que no entendía de qué iba el juego ni me interesaba.
     Estoy lavándome las manos.

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