Paradojicamente, el individuo medio regordete, rulos, ojos saltones, de rasgos italianos, me aconsejaba por donde saltar o correr durante la pseudo-persecución. Incluso cuando saltó por un sector peligroso me pidió disculpas cual película de comedia.
Una vez que pasamos por la típica cocina (siempre hay cocinas en las persecuciones de a pie), el sueño varía y estoy en una especie de cuarto-biblioteca sentado frente a una mesa y al lado de una ventana, cuando unas personas grandotas que, caminando por la vereda ven mi puerta abierta, intentan entrar. Mediante disculpas los echo nuevamente a la vereda. Momentos después escucho un llanto que por alguna razón asocio a una mujer gorda en algún lugar de la casa, y termino despertándome porque lo que lloraba era en realidad un Curlew a metros de la carpa, el cual se "comunicaba" con otro más lejos.
Actualizo para dejar un video con el llamado del Curlew, para aquellos que no tuvieron la oportunidad, como yo, de escucharlos (o sufrirlos al intentar dormir):
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